Imprescindibles de Stellenboch
- Jen y Licha

- 17 ago
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 4 sept
La ruta del vino por Sudáfrica
Como buenos amantes del vino, no podíamos pasar por Sudáfrica sin visitar su región vitivinícola por excelencia. A menos de una hora en auto desde Ciudad del Cabo nos adentramos en uno de los paisajes más encantadores del país: las Cape Winelands, un mar de colinas suaves cubiertas de viñedos, donde el buen vino y la gastronomía se combinan con historia, naturaleza y arquitectura colonial.
Nuestra base fue un verdadero sueño: Remhoogte Wine Estate - Zebra Cottage. Esta exclusiva estancia ofrece alojamiento en medio de los viñedos, con vistas de postal y una compañía inusual pero encantadora: cebras, impalas y perdices caminando entre las parras. No se nos ocurre mejor forma de conectar con la tierra y con el espíritu de esta región.
En el corazón de la Provincia Occidental del Cabo, las Winelands abarcan una amplia extensión de valles fértiles y montañas redondeadas que conforman uno de los destinos más pintorescos de Sudáfrica. Es una parada imprescindible para quienes recorren el país, y nosotros le dedicamos cuatro días antes de comenzar la Garden Route.
A medida que uno se acerca, las carreteras se ven flanqueadas por hileras de viñedos, y empiezan a aparecer bodegas que combinan arquitectura clásica holandesa del Cabo con propuestas modernas de diseño. Pero más allá del vino, cada una de ellas destila historia: muchas de estas propiedades han pertenecido a las mismas familias por generaciones.
Aunque la región es extensa, las tres localidades que concentran la mayor parte de la actividad vitivinícola son Paarl, Franschhoek y Stellenbosch. Fue en esta última donde decidimos alojarnos y explorar en profundidad. Fundada en 1679 por el gobernador holandés Simon van der Stel, Stellenbosch es el segundo asentamiento europeo más antiguo del país, y su nombre deriva de “la jungla de Stel” (Stel se Bosch). Hoy es una ciudad vibrante, con una universidad de renombre y calles que conservan su encanto colonial gracias a sus casas de arquitectura neogótica, georgiana y del Cabo holandés.
Aquí, la viticultura no solo es una tradición: es una forma de vida. Stellenbosch es considerada la capital del vino sudafricano, y en sus alrededores se encuentran más de 150 bodegas que ofrecen catas, experiencias gastronómicas y tours entre viñedos. Los Cabernet Sauvignon, Pinotage (una variedad local), y Shiraz dominan la escena de los tintos, mientras que el Chenin Blanc se ha posicionado como uno de los blancos más representativos de la zona. Y sí, podemos confirmar que no decepciona.
Lo más llamativo, además de la calidad del vino, son los paisajes: colinas ondulantes donde las parras se extienden hasta perderse de vista, bodegas que combinan siglos de historia con innovación y diseño, y todo enmarcado por la cordillera de las montañas Hottentots-Holland, que crean un telón de fondo realmente inolvidable.
En los próximos párrafos te contamos las tres bodegas que elegimos visitar y cuál fue nuestra experiencia en cada una.

1.REMHOOGTE WINE ESTATE
Nuestra primera parada en las Winelands no pudo ser más especial. Como nos alojamos en Remhoogte Wine Estate, la cata fue cortesía de la casa, algo que agradecimos enormemente. La experiencia nos permitió sumergirnos en la filosofía y los sabores de esta bodega familiar, ubicada a los pies del Monte Simonsberg, en pleno corazón de Stellenbosch.
Remhoogte es mucho más que una bodega: es una historia de generaciones, de amor por la tierra y de respeto por el terroir. Sus vinos son el resultado de la combinación perfecta entre suelos antiguos, laderas empinadas y los frescos vientos que llegan desde el océano Atlántico. Esta conjunción natural, sumada a una vinificación cuidadosa y artesanal, da origen a vinos con identidad propia, que reflejan tanto la herencia de la familia como su compromiso con la preservación del medio ambiente.
La cata consistió en seis etiquetas, y fue un recorrido sensorial por distintas expresiones del Chenin Blanc y blends tintos elegantes.
Empezamos por los blancos:
First Light Chenin Blanc: elaborado con uvas de viñedos plantados en 1987, es el primero en recibir la luz del sol cada mañana. Fermentado con levaduras autóctonas en acero inoxidable, nos sorprendió con notas cítricas de lima, maracuyá y albaricoque. Vibrante, fresco y muy fácil de beber.
Free to Be Orange Wine: un experimento encantador. Este vino naranjo se elabora con fermentación con hollejos durante 60 días, lo que le da un carácter muy particular. Cremoso en boca, con una acidez marcada y una complejidad que lo vuelve intrigante. Ideal para quienes buscan salir de lo clásico.
Honeybunch Reserve: sin dudas nuestro blanco preferido. Elaborado a partir de los racimos más expuestos al sol de un viñedo de Chenin Blanc de 37 años, se fermenta en barricas de roble francés usadas y desarrolla un carácter meloso y sofisticado, con fruta rica, acidez brillante y un final sabroso. Un vino untuoso que nos enamoró.
La segunda parte de la cata nos llevó al terreno de los tintos, donde probamos tres expresiones muy distintas:
Chronicle Estate Blend: este blend de uvas tintas de los 17 viñedos de la finca cuenta la historia de la tierra y del año en que fue vinificado. Jugoso, con taninos pulidos, buena acidez y una complejidad que habla de cada rincón del viñedo.
Sir Thomas Cullinan Reserve: el ícono de la bodega, nombrado en honor al bisabuelo de la familia. Se elabora con hileras seleccionadas de Merlot y Cabernet Sauvignon, y pasa por un meticuloso proceso de crianza en barricas. Es un vino intenso y elegante, con notas de cereza negra, ciruelas, aceitunas y un toque de pimienta negra. De taninos amplios y final largo, es un vino redondo.
Cabernet Sauvignon Reserve: proveniente de los viñedos más altos de la finca, este Cabernet muestra toda la estructura y tipicidad de la variedad, pero con el equilibrio justo entre fruta negra, acidez vivaz y taninos de grano fino. Un clásico bien ejecutado.
Al terminar la cata, no solo nos llevamos un par de botellas, sino también la sensación de haber conocido una bodega auténtica, comprometida con su entorno y con una calidad que nos sorprendió mucho. Remhoogte fue el punto de partida perfecto para adentrarnos en el mundo del vino sudafricano.
2.WATERFORD ESTATE
Nuestra segunda parada fue Waterford Estate, y qué manera de continuar el recorrido por las Winelands. Situada en la escénica región de Blaauwklippen Valley, en las afueras de Stellenbosch, esta bodega es sinónimo de elegancia, precisión y visión. Fundada en 1998, Waterford ha sabido posicionarse como una de las productoras de vino tinto premium más reconocidas de Sudáfrica, combinando innovación con una profunda fidelidad al terroir.
Su filosofía gira en torno a una máxima clara: la vinificación no debe ocultar el carácter del vino, sino realzar la belleza de la tierra. Así lo entiende su maestro bodeguero, Mark le Roux, quien elabora vinos que reflejan el alma del suelo y la historia del viñedo a través del equilibrio y la artesanía.
La finca, rodeada de colinas y jardines de lavanda, invita a la calma y al disfrute. No sorprende que haya sido elegida por el crítico Tim Atkin como la mejor experiencia de bodega en el país, y que figure entre los 100 mejores viñedos del mundo. Además, sus vinos obtienen consistentemente más de 92 puntos por Atkin, medallas de oro de Decanter y calificaciones superiores a 4,5 estrellas en la Guía Platter’s.
Nosotros optamos por la experiencia Portfolio, una degustación guiada que recorre algunas de sus etiquetas más representativas. Durante 45 minutos nos sumergimos en el espíritu de la bodega, guiados por un sommelier entusiasta que nos llevó por una paleta de sabores tan refinada como diversa. El costo fue de R185 por persona, y sin dudas valió cada centavo.
Estos fueron los seis vinos que probamos:
Estate Chardonnay Single Vineyard: proveniente de un viñedo plantado en 1988, este Chardonnay fue el primer blanco sudafricano en recibir 5 estrellas en la guía Platter’s en 2005. Aromático, con una acidez vibrante y un final ligeramente salino, nos sorprendió gratamente pese a no ser una de nuestras cepas favoritas.
Old Vine Project Chenin Blanc: elaborado con uvas de parras viejas plantadas en 1966, este Chenin es fermentado en huevos de concreto para conservar su frescura. Nos fascinó su textura lujosa y su carácter vibrante. Un blanco que enamora.
Rose-Mary: su color pálido refleja su estilo “blanc de noir” y está hecho a partir de una mezcla inusual de uvas tintas. Su frescura y elegancia lo convierten en el rosado ideal para tardes de verano. Un vino delicado, ligero y muy disfrutable.
Estate Grenache: un tinto joven, con fruta roja vibrante, taninos suaves y una crianza particular que combina porcelana y roble francés. Ideal para quienes buscan un tinto fresco y diferente.
Kevin Arnold Shiraz: nombrado en honor al primer enólogo de la finca, este Syrah fue, sin dudas, el vino estrella de la cata para nosotros. Complejo, especiado, con notas de frutas negras y un final persistente. Un vino que te obliga a cerrar los ojos y disfrutarlo a fondo.
Estate Cabernet Sauvignon: si bien somos fanáticos del Cabernet, en esta ocasión fue el Syrah quien nos robó el corazón. Aun así, este Cabernet, ganador del mejor Cabernet Sauvignon en los African Excellence Awards 2024 y destacado entre los mejores 25 de EE.UU., no dejó de impresionarnos por su estructura y elegancia.
Salimos felices y entonados... Más allá de la excelencia técnica de sus vinos, lo que más nos impactó fue cómo lograron emocionar incluso con etiquetas de cepas que usualmente no elegimos. Un Chardonnay redondo, un Chenin vibrante, y un Syrah inolvidable. Waterford Estate superó nuestras expectativas y nos dejó con ganas de más.
3.UVA MIRA
Para cerrar nuestra estadía en las Winelands, nos dirigimos a Uva Mira Mountain Vineyards, una bodega que nos habían recomendado con entusiasmo en nuestro alojamiento y no se equivocaban. No solo fue una de las experiencias más completas del viaje, sino que además sus vinos fueron de los más memorables, con un Syrah final que aún hoy recordamos con asombro.
Situada en un entorno natural privilegiado, a gran altura en las laderas de la cordillera Helderberg, Uva Mira se encuentra en una posición única, rodeada de montañas, fynbos autóctono y vistas que se extienden hasta False Bay. Este microclima especial, combinado con suelos antiguos y un enfoque enológico minucioso, da origen a vinos de gran pureza, elegancia y mineralidad.
Aunque su historia es relativamente reciente, Uva Mira ha sabido dejar huella:
En 1993, la familia Weedon adquirió la finca original junto al río Groene.
En 1995, se plantaron las primeras vides.
Y para 2004, sus vinos ya estaban en el mercado internacional.
En 2006, su Chardonnay ganó el título de mejor del mundo en el International Wine & Spirit Competition.
Y en 2017, se convirtió en la primera bodega sudafricana en ganar el trofeo al mejor blend de Burdeos en el Six Nations Wine Challenge.
Hoy, bajo la dirección de Toby Venter (CEO de Porsche, Bentley y Lamborghini en Sudáfrica), Uva Mira combina tecnología de vanguardia, atención al detalle y un respeto absoluto por la tierra, dando lugar a vinos de finca que reflejan fielmente el carácter de su terroir.
Nosotros optamos por la The Mira Collection Tasting, una cata de seis etiquetas cuidadosamente seleccionadas (ZAR 300 por persona), que complementamos con una excelente tabla de quesos y embutidos artesanales por ZAR 320 adicionales. Sin dudas, una elección acertadísima para cerrar de la mejor manera nuestra estancia en Stellenbosch.
Estos fueron los vinos que degustamos:
The Mira Sauvignon Blanc 2024: proveniente de los viñedos más altos de la finca, donde la brisa de la mañana y los suelos de granito descompuesto dan como resultado un vino refrescante, con gran acidez natural y mineralidad marcada. Perfecto para arrancar la cata.
The Mira Chardonnay 2023: elegante y cremoso, este vino expresa la pureza del Chardonnay sin excesos. Nos encantó su textura sedosa y su equilibrio, con un final mineral que lo hace muy gastronómico.
The Mira Merlot 2019: un vino voluptuoso, jugoso y de taninos suaves, que explotá en boca con una intensidad inesperada. Fruta madura, estructura y mucha presencia.
The Mira Cabernet Sauvignon 2019: proveniente del "Triángulo Dorado" de Stellenbosch, donde el Cabernet alcanza su máxima expresión. Con taninos pulidos y un perfil clásico pero refinado, fue uno de los tintos más elegantes de la cata.
The Mira Cabernet Franc 2022: una joya escondida. Este varietal, menos común pero de gran carácter, mostró un equilibrio brillante entre frescura, complejidad y persistencia. Proveniente de viñedos a 470 metros sobre el nivel del mar, este Cabernet Franc es pura expresión de clima frío.
The Mira Shiraz 2022: con carácter especiado, notas de frutas negras y un estilo robusto pero elegante, este Shiraz elaborado en altitud fue una revelación. Pero lo mejor aún estaba por venir…
Al ver nuestro entusiasmo por el Shiraz, el sommelier nos sorprendió con una copa del D.W. Syrah 2021, la joya de la corona. Y ahí fue cuando el tiempo se detuvo.
Este vino, dedicado al fundador Des Weedon, su esposa Denise y su nieto Derrick, es pura poesía embotellada. En nariz, capas de cerezas rojas y negras, pimienta blanca, fynbos silvestre y notas florales que emergen con cada minuto en copa. En boca, un Syrah sofisticado y untuoso, de textura cremosa, taninos firmes pero elegantes y una profundidad que te deja sin palabras. Fue, sin dudas, el mejor Syrah que degustamos en toda nuestra vida.
Así nos despedimos de las Winelands: en altura, en plenitud, y con un vino inolvidable en el paladar.

























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